Cuando comenzó la Liga de Segunda División en 1953, nadie esperaba que el Deportivo Alavés terminara logrando el primer puesto, alcanzando la máxima categoría del fútbol español. El ascenso a Primera era un objetivo que no podía ni soñarse unos años antes, cuando el Alavés deambulaba por Tercera. Incluso hubo un año en que se salvó in extremis del descenso a Regional. Por el contrario, todo le salió de cara en la temporada 1953-54, aunque en la última fase fue a veces empatado a puntos con el Baracaldo, que resultó ser un duro rival. En la penúltima jornada el Alavés derrotó en casa al modesto Escoriaza zaragozano. Al final del partido, el público esperó más de quince minutos a que llegara la noticia de la derrota del Baracaldo en Avilés, que confirmaba el campeonato y el ascenso a Primera. Después se desató la euforia en Mendizorroza.
Como aún faltaba un partido para terminar la Liga, la celebración del ascenso se retrasó hasta después de ese encuentro, que el Alavés debía jugar fuera de casa (en Asturias contra La Felguera, el 25 de abril de 1954). El equipo albiazul no se jugaba ya nada y cayó derrotado por 6-0, lo que permitió a los asturianos eludir el descenso. Esta goleada no impidió el entusiasmo con que la ciudad recibió a los héroes del ascenso, que retrasaron su regreso hasta el martes 27 de abril, para hacerlo coincidir con el inicio de las fiestas de san Prudencio, el patrón de Álava. La celebración concluyó al día siguiente con un partido amistoso en Mendizorroza contra el Villosa de Llodio. El reportaje fotográfico de la Colección Schommer, conservado en el Archivo de Álava, que se presenta en esta exposición virtual, permite rememorar esa celebración.